El objetivo es reflexionar a través de un paisaje irreal/abstracto sobre la idea del binomio natural/artificial. Se trata de un bajorrelieve contemporáneo donde el blanco y la luz contrasta con la frialdad de la pintura metalizada para hablar de los opuestos. Una composición de distintos elementos y piezas de diferentes motores y coches que, al ser lacados en blanco se descontextualizan en varios planos para realzar la belleza de la máquina. Cada pieza es una unidad especial en sí mismo, su tecnología y funcionalidad se presenta como la esencia de la forma.
Es así como se establece un bosque-maquina donde la parte habla del totalidad del motor, creando un contraste entre la fragilidad material y visual del papel japonés, y las distintos formas y estructuras funcionales de las piezas de metal. Una combinación donde el gusto por el detalle dibuja un universo imposible de engranajes, formas y materiales. Un nuevo orden, para una nueva “White machine”.