La luz no sólo arroja sombras a partir la proyección de una forma física.
Es decir, por un lado, las sombras pueden ser luminosas. Y por el otro, las formas, no siempre son opacas, pueden ser transparentes y translúcidas. Entonces, la luz puede atravesar la forma y también la propia sombra.
Tal y como dice un proverbio maorí, “entrega tu rostro al sol y las sombras caerán detrás de ti”, detrás de la sombra, siempre la luz. Delante de la sombra, siempre la luz. Estamos rodeados de luz, si somos capaces de percibir el color de lo invisible. De este modo, entendemos que estamos situados en una posición privilegiada, si somos conscientes de posicionarnos en el lugar adecuado frente a la sombra, para tener la multiperspectiva suficiente y enriquecer nuestra mirada con luz.
A partir de esta metáfora de la sombra, entendida como la parte oscura de nuestra existencia, con esta obra se pretende hacer un homenaje al error. La equivocación, nuestra sombra, es aquí presentada como algo que siempre emana algún tipo de luz. La equivocación nunca es un error. El buen errar es la luz del aprendizaje, esa iluminación alcanzada tras la herida y que posee miles de matices.
Igualmente, por un lado, se dice que si existe una sombra, es porque no muy lejos está la luz. Por otro lado, no podemos huir de nuestra propia sombra porque es parte de nosotros, nos acompaña siempre pegada a nuestro cuerpo físico, es nuestra proyección. Solo podemos abrazarla y contemplarla con otros ojos para ver los matices y misterios que encierra lo inmaterial.
La unión de los errores (los fragmentos de equivocaciones de vida), organizan nuestro aparente caos en una constelación en equilibrio llena de matices y curiosas proyecciones. El error es parte del módulo que construye el ciclo de la vida y el conocimiento. Somos parte de una naturaleza mutante que basa su evolución en los conceptos en bucle de repetición y transformación.
Por ello, si la sombra duplica la realidad sin el peso de los detalles, la “sombra luminosa” que aquí se propone como concepto, multiplica las posibilidades de existencia en lo invisible del color. Todos sabemos que el color físicamente no existe, solo vive gracias a la energía de la luz y a nuestra mirada (los ojos humanos con los que percibimos esa energía).
La sombra siempre es leve, pero en este caso, además la forma que produce la sombra, también es liviana y trans-aparente, flotante y trans-lúcida, y su proyección, como no, luminosa, mutante y múltiple. Los fragmentos y los errores dibujan en el aire un universo de planetas tridimensionales de colores, que nos remite a la complejidad del juego de la vida y nos muestra sus enseñanzas en un extraño cosmos.
A nivel formal, la escultura flotante o instalación titulada “Sombras luminosas. Errores y fragmentos”, se trata de una gran nube, compuesta por pequeñas piezas 3d de metacrilato ensambladas de distintos colores flúor. Los distintos componentes (fragmentos) de la totalidad de la pieza se des-organizan en el espacio como un virus, como un fractal que coloniza el vacío. Es una gran estructura desectructurada que juega caprichosamente con la forma y el color.
Este proyecto, el cual ha sido diseñado concretamente para este espacio expositivo, se amolda al lugar gracias a la idea de módulo, a la división de las partes y a la repetición. Esta idea convive transversalmente en las distintas propuestas ideadas y realizadas en este proyecto expositivo.
Con esta adaptación, el mensaje se refuerza a partir de la fragmentación y la reiteración, niveles y capas formales de significados que se superponen para enriquecer lo visible. Gracias a este recurso potencial de repetición, en la instalación de la obra “sombras luminosas”, lo singular multiplicado funciona como un fractal que se autogenera. Se plantea como un virus que invade, con su forma y color, la sala. Un error que convive con su propia identidad generatriz, similar lo que sucede en un videojuego como Minecraft. Es decir, la pieza no requiere a priori de unas dimensiones ni de un espacio concreto, se adapta, se estira y construye sus dinámicas espaciales en bucle en el aire. Es decir, la obra impone sus propios y difuminados límites de actuación o invasión tridimensional. O, justo al revés, es el espacio el que dibuja y redimensiona la obra gracias a la posibilidad de fragmentación que ofrece lo múltiple.
Esta dinámica de autogeneración adaptativa consta de ciclos en los que, partiendo de una realidad establecida simple, se crea una nueva realidad más compleja. Aquí, piezas 2d, conforman piezas 3d, y las piezas 3d componen una constelación mayor suspendida en el aire. El microcosmos y el macrocosmos, están conectados por los propios ciclos morfogenéticos que los crean. Así, entendemos que estos ciclos forman parte de otros más complejos, los cuales, a su vez, forman parte del desarrollo de la dinámica de otro gran ciclo creativo superior, el de la luz. Todo está conectado de alguna manera en el tiempo y en el espacio: lo grande y lo pequeño, lo visible y lo invisible, lo positivo y lo negativo, la luz y la sombra, la forma y la antiforma, lo original, lo multiple de la serie, etc.
Estas evoluciones dinámicas de creación en 3d, de creación entre lo visible y lo invisible, de invasión del espacio expositivo por ciclos, presenta las similitudes propias de los sistemas caóticos, por lo que nos alejamos en este sentido de la dicotomía binaria arquetípica de la producción y reproducción de la sombra. Es una especie de bucle adaptativo complejo, sistemático y relacional, que, a nuestro entender, se vincula directamente con las problemáticas del ser humano comprendido como un ser social e interconectado.
Así, las piezas de colores de metacrilato en 2d, se convierte en modelo generativo de repetición que se extiende en tres dimensiones en el espacio. Un modelo “autocreativo" con vida propia que invade la sala desde la singularidad hacia la pluralidad. Es decir, entendemos el propio concepto de original-múltiple como autocreativo, autogenerativo y mutante. Se autorreplica, gracias a su origen matriz y su potencial multiplicador, y en este caso, va mutando en 3d para fagocitar el espacio vacío con el color y sus proyecciones.
A nivel visual, la gama seleccionada utilizada para estas pequeñas composiciones que conforman el todo tridimensional, se ha escogido en referencia a los tonos de color empleados en la arquitectura del centro histórico de Villajoyosa. La inspiración cromática para la realización de ésta y otras obras de la exposición, parte de la combinación de tonos que conviven en esta zona. Dichos colores empleados en las fachadas de las casas y edificios marcan fuertemente la personalidad y la identidad de la Villa. Un color connotativo que nos remite al pasado desde el presente y nos transporta en el tiempo a otras épocas. Un juego que se establece entre lo visual de la forma y el tiempo habitado.
La connotación es la acción de factores no descriptivos, sino precisamente psicológicos, simbólicos o estéticos, que suscitan un cierto clima y que corresponden a amplias subjetividades. Podríamos decir que es un componente estético que afecta a las sutilezas perceptivas de la sensibilidad. Nos referimos en este caso al denominado “lenguaje del color”, lo que significa que éstos no sólo se supeditan a representar y colorear la realidad como imagen, sino que también pueden hablar por sí mismos. Por ello, la paleta de color del centro de Villajoyosa, puede ser entendida como un signo que posee su propio significado. La villa, a través del color, habla por sí sola de su historia y su esencia.
Además, en el caso de la Villa, no se considera un color individualmente como valor simbólico, sino que se plantea una utilización del color con voz coral dentro de una gama determinada. Volvemos una vez más, a la relación del todo por la parte. Así, nos encontramos que las significaciones cambian en beneficio de la comunidad, eclipsando las asociaciones particulares que pudiesen establecer los colores individuales que la componen.
Es frecuente que una combinación de colores evoque una imagen muy específica dentro de su propia pluralidad. Villajoyosa, como otras localidades, habita en una gama determinada y la combinación de sus tonos evoca un significado concreto altamente simbólico que se erige en bandera de la ciudad. Esta combinación de color se establece como símbolo de la Villa haciendo más fácil su identificación. Independientemente del color que cada individuo quiera pintar su casa, existe una responsabilidad colectiva de identidad del color corporativo de la Villa.
Sin embargo, en esta obra de “sombras luminosas”, se ha seleccionado un cromatismo exaltado de la realidad, más brillante, más pregnante. Son colores más densos, más puros, más luminosos, ofreciendo una imagen cromática exagerada para crear una euforia colorista y potenciar la proyección de sus sombras luminosas. Los colores vivos y flúor son utilizados aquí para exagerar la fantasía de la mirada, una manipulación consciente que nace como una nueva forma expresiva. La formas permanecen estables mientras que el color se altera, hasta tal punto que en ocasiones la forma pasa a un segundo plano tras la plenitud de la combinación cromática. Esta denotación cromática invade la sala con sus formas tridimensionales, sus luces transparentes y sus sombras luminosas. En el micro y en el macrocosmos, la combinación de los elementos y el fuerte contraste de tonos utilizados en los pequeños elementos ensamblados que se suspenden en el aire para formar la nube, ofrece un caos algo organizado de matices y transparencias, de planos y de líneas.
Dándole la vuelta a la frase de Jarman, donde afirma que “la sombra es la reina de la luz”, planteo lo opuesto, y a su vez, complementario: “la luz es la reina de la sombra”. Es evidente que la luz existe porque existe la sombra y viceversa, la sombra existe porque existe la luz. Todo está unido, todo es lo mismo; son las dos partes de una realidad compleja.
Sin embargo, entre la luz y la sombra, entre la sombra y la luz, entre el blanco y el negro, no hay, como se suele decir, una gran escala de grises. Para mí, ese espacio es el lugar donde habitan los colores, los matices, las gamas, los distintos tonos subjetivos de apreciación. En lo que acontece en la frontera de los contrarios, reside la clave de la belleza del aprendizaje y el conocimiento. Solo depende de la mirada que establezcas sobre la realidad, para que seas capaz de ver los matices que se diseminan en los límites entre lo visible y lo invisible. Nuestros ojos, nuestras “maquinas de ver”, a veces, son torpes, parciales, técnicamente insuficientes para percibir determinado tipo de ondas. No vemos más allá de la aparente forma física. Necesitamos otras maneras de mirar para entender la complejidad del ser humano. Evocar, sugerir, inspirar, hacerte sentir, reflexionar, considero que son tareas de la mirada del Arte.
A nivel contextual, aprovechando la luz que entra a través las ventanas de la casa, se juega con las luces y sus reflejos a distintas horas del día. Por ello, el tiempo, es otro factor importante en esta pieza, pues dibujará con su presencia, lo efímero del momento y la propia percepción de la obra de arte. Las sombras luminosas, se mueven, aparecen y desaparecen, con la sucesión de los días, las horas, las nubes o los claros. Por otro lado, en la noche y gracias a las luces artificiales y focos, se esculpe otras perspectivas de proyecciones.
En definitiva, se plantea un universo efímero paralelo a la escultura física, compuesto de sombras luminosas que mutan con el paso del tiempo y el recorrido del individuo en la sala. Como en la caverna de Platón, la luz del exterior entra en el interior proyectando sus sombras luminosas y dibujando una realidad simultánea a los cuerpos físicos. Los reflejos rebotan inmateriales desde el espacio público al privado, consiguiendo que el espectador establezca el sentido de su experiencia en la sala y su percepción subjetiva del color.